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Democracias en crisis

Desde Berlín

Lecturas posibles para comprender el avance de las ultraderechas en Europa. ¿Por qué se fortalecen estas fuerzas? La respuesta quizás haya que buscarla en el corazón mismo de los sistemas democráticos. Interesante trabajo del politólogo español Ignacio Sánchez Cuenca.

Para Sánchez Cuenca, autor del libro “El desorden político”, el fortalecimiento de las ultraderechas en Europa se produce por una crisis de representatividad en los sistemas democráticos. El autor indaga sobre algunos de los motivos por los que un sector de la ciudadanía dejó de sentirse representada por los partidos tradicionales. También destaca el rol de los medios que dejaron de ser los ordenadores del debate público.

Democracias “desintermediadas”

Sánchez Cuenca plantea una hipótesis novedosa. La crisis de representatividad política es consecuencia de un proceso más amplio de “desintermediación” en muchos espacios de la vida social. En las democracias, los sujetos intermediadores son los partidos y los medios. Ambos están ampliamente cuestionados. Para el autor, cuando partidos y medios fallan en su papel intermediador, las democracias se desordenan.

El consumo de noticias a través de las redes sociales

Los medios tradicionales han perdido credibilidad y las audiencias migran hacia las redes en donde se sienten más identificadas con sus opiniones e instancias de discusión. Pero al mismo tiempo alerta Sánchez Cuenca que los ciudadanos se han vuelto promiscuos en el consumo de noticias a través de Internet. La viralización de noticias falsas (fake news) contaminan el flujo informativo. De hecho, muchos de los partidos de ultraderecha utilizan este medio para comunicar sus ideas y propuestas. 

Las fuerzas de ultraderecha que más crecieron en Europa. RN de Francia, Vox de España y AFD de Alemania.

¿Cuándo comenzó la crisis de representatividad?

Para Sánchez Cuenca el desorden en la política empieza antes de la Gran Recesión de 2008. Y no tiene que ver específicamente con motivos económicos, que un sector de la ciudadanía comenzó a seguir a partidos de ultraderecha. El ajuste potenció este proceso. El autor destaca: “hay que tener en cuenta que los partidos antiestablishment obtienen porcentajes notables de voto en algunos de los países más ricos del mundo y con mejores sistemas de gobierno”. El descontento social con la corrupción y la falta de perspectiva de futuro alimentan también la simpatía por fuerzas que se presentan como “antiestablishment”.

El “ideal” democrático no está en peligro

Tranquilos, la democracia sigue sin tener competidores claros pese al crecimiento de las ultraderechas, sostiene Sánchez Cuenca. Lo que está fluctuando es la dimensión representativa. La pregunta que queda abierta es si la democracia con sus herramientas va a poder superar un conflicto que se complejiza a pasos agigantados.