¿Cómo sostiene una pareja la mirada amorosa durante cincuenta años?, se pregunta Alejandro Vagnenkos, co director junto a Victor Cruz de “Dorados 50”, la docucomedia que se estrena en el BAFICI y que interpela y transita, con contradicciones, la durabilidad de los vínculos en tiempos líquidos.

En esta entrevista, los cineastas y docentes cuentan sus pasiones y razones que los llevaron a dirigir este film lleno de humanidad y existencialismo. Acaso en su propio vínculo se aloje alguno de los secretos que desafían a esta posmodernidad: trabajan juntos desde hace más de quince años. 

GK- ¿Qué es Dorados 50?
Alejandro-: Dorados 50 son muchas y nuevas preguntas que se hace Alejandro (el personaje principal del film) llegando a las cinco décadas de vida.
La primera pregunta es: ¿cómo es posible que en esta época, donde nada es para siempre, algunas personas sigan apostando a vivir juntas toda la vida?
Dorados 50 busca las respuestas propiciando un encuentro con aquellos que se siguen amando desde hace cincuenta años o más.
Víctor-: La película nos lleva, mediante la búsqueda personal de Alejandro, a recorrer territorios universales, a buscar pistas y claves que nos ayuden a entender qué motiva a estas parejas a compartir cinco décadas de amor.
GK–¿Cómo surgió la idea de hacer la película?
Alejandro-: Tenía la idea de realizar un documental sobre parejas cercanas a sus bodas de oro desde hace bastante tiempo.
Comencé en el 2010 a realizar algunas entrevistas, sin saber muy bien el destino final de esas primeras conversaciones con algunas parejas conocidas que habían cumplido 50 años de matrimonio.
Los años fueron pasando. En el 2016 mis viejos cumplieron 50 años de casados, poco tiempo después estaba llegando a mis 50, hace 30 años que estaba en pareja y empezaron a aparecer nuevas preguntas.
Las notas que fui tomando de estos nuevos interrogantes y sensaciones comenzaron a tomar la forma de un film. Resuelvo, o por lo menos lo intento, cada nuevo cuestionamiento que va apareciendo en mi vida haciendo películas.
Victor era el compañero ideal para este proyecto. En mis películas anteriores siempre tuvimos un diálogo muy fluido en su rol de productor, compartimos cierto humor seco, nos paramos más o menos del mismo lado en muchos asuntos, pero tenemos puntos de vista muy distintos en otros, lo que hace que tengamos cierta fricción creativa que nos potencia.
GK-¿Cómo fue la decisión de incluirse? ¿Qué descubrieron sobre los vínculos dorados?
Alejandro-: Sobre todo que pueden ser posibles; que aquello que nos provoca ese primer instante cuando conocemos lo que es el “amor”, lo que Julio Cortázar define “como un rayo que te parte” y que parece un sueño del cual no querés despertar jamás, puede durar ese instante, 10 años, 50 años o más. Y que estos vínculos no son “naturales”, se construyen, y no sin conflicto. Vínculos que siempre se consolidan en un pasado de pasión en común como sustento de esa relación, un presente vital y que nunca se resignan a pensar y planificar  el futuro.
GK- ¿Cómo fue trabajar con personas mayores?
Víctor-: Para mí fue un placer, me siento muy cómodo relacionándome con adultos mayores. Creo que aunque no nos demos cuenta vivimos en una especie de “Diario de la guerra del cerdo” -novela de Adolfo Bioy Casares-: no se escucha a las personas mayores, no se las valora ni se construyen representaciones cinematográficas que salgan del estereotipo. Nosotros logramos construir un vínculo muy afectuoso y sincero con ellos, por eso disfrutamos mucho del rodaje.
De algún modo, una de las cosas que más me atrajo del proyecto fue el darle una continuidad a la relación con el mundo de las personas mayores que inicié con mi anterior película “¡Que vivas 100 años!”
Alejandro-: Un placer, me gusta muchísimo “jugar” con ellxs, y este tipo de films me permiten hacerlo. Y por otro lado , al igual que  Víctor, también lo siento como una continuidad con mi primer film “ Jevel Katz y sus paisanos”.

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