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Un año del Frente de Todos, un año sin neoliberalismo

El Frente de Todos fue constituido a partir de una decisión estratégica de Cristina Fernández de Kirchner, acompañada por las otras fuerzas que lo conformaron: el Partido Justicialista, el Frente Renovador, los gobernadores, el sindicalismo en sus distintas orientaciones, los movimientos sociales y un gran número de partidos políticos menores. El primer y trascendental objetivo para la Patria fue cumplido: evitar que el neoliberalismo de Juntos por el Cambio gobernara cuatro años más. Ocho años de Mauricio Macri hubieran sido definitivamente demoledores para el concepto de Nación, de integración de la sociedad argentina. Ahí comienza el primer inconveniente del Frente de Todos: los logros intangibles, contrafácticos, lo que “podría haber ocurrido”. El mérito está, precisamente, en haberlo evitado.

Como serán legislativas, con pesos provinciales, en las listas para las elecciones tallarán los ejecutivos, obviamente el Nacional, y también los gobernadores e intendentes.

Entre los dirigentes que merecen también destacarse, y no se lo pondera como debiera, está, primero, José Luis Gioja: el gran articulador de la unidad desde el PJ. También Sergio Massa, quien aceptó sumar su fuerza, tan menor cuantitativamente como indispensable para el triunfo. Claro que, en su caso, “cobró políticamente” como nadie; en relación a los votos que aportó, obtuvo muchísimos cargos de Gobierno. Pero lo cierto es que, a un año, se mantiene fiel y cerró filas con Máximo Kirchner; hasta aquí jugó muy bien. Esperemos que con la discusión de las listas del próximo año no genere quiebres si no lograra ubicar todos los lugares que, “cree”, le corresponden. Como serán legislativas, con pesos provinciales, en las listas tallarán los ejecutivos, obviamente el Nacional, y también los gobernadores e intendentes.  El Frente de Todos es diverso, allí se construye la unidad, no con quienes piensan exactamente lo mismo. Aunque muchos y muchas parecieran haberse olvidado, quedó claro que con ellos solos no alcanza. Tampoco con quienes estén en el arco ideológico opuesto. Lo que está en disputa no es solamente “la grieta”, sino dos proyectos de país: uno popular, inclusivo, con perfil productivo basado en el mercado interno; y otro neoliberal, agroexportador y financiero, excluyente y con la mirada puesta “afuera”. Así fue desde la conformación del Estado-Nación. Cambiaron las denominaciones y las coyunturas, no la esencia de los proyectos políticos. Para esa disputa, nuevamente el logro indispensable es “evitar” la ruptura; sin unidad no hay Gobierno.
Así también se explica la elección de Alberto Fernández como candidato; era el ideal para conformar el Frente acercando a Sergio Massa y a los gobernadores; fue a partir de esa designación que todos, uno a uno, se fueron acomodando. Menos el (ex) Peronista Juan Schiaretti, quien a partir del 17 de octubre pareciera haber olfateado políticamente dónde está el poder popular. Veremos cómo juega el año que viene, si a dos puntas o una, (y a cuál). Alberto también fue central para aglutinar y conducir la gestión en este período. Lo que necesitaba el momento era un Gobierno de “transición”. Esto implica, otra vez, dos salidas posibles, no una sola, las de siempre y detalladas anteriormente en estas líneas. No hay tercera opción, no existe otro proyecto político, como nunca hubo “ancha avenida del medio”. Era sí la ancha avenida del “miedo” a decidirse dónde jugar; o se apoya críticamente un proyecto popular, o se juega por omisión para el sostenimiento del status quo, económicamente neoliberal y políticamente conservador. Alberto era uno de quienes debían definirse, y lo hizo. Es aquello de las contradicciones principales y las secundarias, cuando las segundas superan a las primeras triunfan los poderes fácticos. El único poder con el que cuenta el pueblo es el político, y se expresa a través de las urnas en el Ejecutivo. Los fácticos no mutan.

La carta ganadora

Así como la carta ganadora la jugó Cristina Fernández de Kirchner con la caracterización política de lo que necesitaba la Argentina, también la juega cada vez que escribe. La primera marcó los logros y los temas pendientes, identificó el problema estructural de la economía bimonetaria argentina y reconoció con críticas que hay “funcionarios que no funcionan”. Lo cierto es que a partir de allí comenzaron los cambios en el Gabinete con la salida de María Eugenia Bielsa y su reemplazo por Jorge Ferraresi, -y que continuarán durante el verano-. El ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat será central en la recuperación económica del año próximo, y allí habrá un intendente con los pies en el barro de la gestión cotidiana. Martín Guzmán fue empoderado como ministro de Economía y frenó la corrida del dólar. Tercer gran logro: se evitó una gran devaluación desordenada. Pese a que muchos la interpretaron como discrepancias internas, ese espaldarazo al Presidente permitió retomar la agenda política propia. No sólo se sancionó el aporte solidario a las grandes fortunas, sino lo más trascendental es que se convirtió en ley la imposibilidad de enajenar tierras que hayan sido “incendiadas”; un proyecto militado por Máximo Kirchner que le pone freno a un fenomenal negocio inmobiliario que degrada el ambiente, y no por única vez, sino por 60 años.

Cristina identificó uno de los principales temas políticos pendientes: la reforma del Poder Judicial, haciendo hincapié en la Corte Suprema de Justicia.

Por el aniversario ayer volvió a publicar una carta. Cristina ponderó su gestión en el Senado y además identificó uno de los principales temas políticos pendientes: la reforma del Poder Judicial, haciendo hincapié en la Corte Suprema de Justicia. Tres personas, ni siquiera cinco, tienen en sus manos el destino jurídico de todo un país. Dos de ellas, una nada menos que su presidente, aceptaron ser nombrados por decreto por Macri. Carlos Rosenkrantz fue abogado del grupo Clarín. Dos de los magistrados son de la zona núcleo sojera, uno es Ricardo Lorenzetti, escrachado a mitad de año por los grandes terratenientes de Rafaela; la Pampa Húmeda está claramente sobre representada. La jueza Elena Highton de Nolasco, quien ya debiera haberse jubilado, se sostiene porque el Gobierno anterior no apeló su decisión de permanecer hasta cuando le dé la gana. Es difícil que una Nación construya su ética social alrededor de una Corte oligárquica, todopoderosa e inmoral; legal pero carente de legitimidad. “El Poder Judicial representado por la Corte Suprema de Justicia, la actuación de ese poder no hizo más que confirmar que fue desde allí desde donde se encabezó y dirigió el proceso de Lawfare”, sintetizó la Vicepresidenta. Todavía hoy hay presos políticos de la gestión anterior. Aún no hay ningún detenido por el desguace del Estado ni por la persecución política llevada adelante por el Macrismo. “Tampoco deberíamos extrañarnos si esta Corte, que consintió alegremente el mayor endeudamiento del que se tenga memoria a escala planetaria con el FMI, empieza a dictar fallos de neto corte económico para condicionar o extorsionar a este gobierno… O lo que es peor aún: para hacerlo fracasar”. Hoy el Presidente recibe formalmente el informe de la comisión que lo asesora para la indispensable reforma del Poder Judicial.

Las dos pandemias

“El Poder Ejecutivo sin duda ha hecho un gran esfuerzo para afrontar dos tragedias: una anunciada y otra impensada. La primera: la economía arrasada por el Macrismo. La segunda: la pandemia inédita”, resumió Cristina. Sabido era que habría un contagio masivo de Coronavirus y lamentablemente muchísimas víctimas fatales. Por cuestiones estacionales y de agresividad del virus, aquí llegó con toda su potencia: casi un millón y medio de contagios y más de 40 mil muertes. Como no se desbordó el sistema de salud y todos quienes necesitaron atención la recibieron; como la gigantesca campaña de vacunación contra el Covid-19 comenzará el verano, la oposición desestabilizadora fracasó en su intento de colapsar el sistema con sus movilizaciones “anticuarentena”. Ésa fue la apuesta del reconstruido ministerio de Salud, también intangible, también se logró. En síntesis, el Gobierno en un año…

  • El Frente de Todos se mantiene unido pese a los intentos por quebrarlo.
  • Renegoció exitosa y rápidamente la deuda externa privada ahorrando 37 mil millones de dólares, y reestructura la que corresponde al FMI. Salió del default en el que nos dejó “Macri y el mejor equipo de los últimos 50 años”.
  • Enfrentó la pandemia logrando que el sistema de salud, que estaba destruido, diera respuesta a todos/as quienes lo necesitaran. Está a la vanguardia mundial para tener la vacuna lo más pronto posible.
  • Contuvo socialmente, dentro de lo posible –nunca es suficiente ante semejante crisis social-, a los sectores más postergados.
  • Reforzó la tarjeta alimentaria y la AUH. También lanzó el IFE, un programa de asistencia que llegó a más de nueve millones de personas.
  • Diseñó mecanismos de compensación para los sectores productivos y asalariados.
  • El programa ATP asignó una ayuda salarial a los trabajadores del sector y créditos a tasas subsidiadas a los pequeños empresarios.
  •  Implementó por decreto la prohibición de los despidos sin causa y la doble indemnización.
  • Aplicó exenciones impositivas para las pequeñas empresas.
  • Resistió los intentos de devaluación que empeorarían notablemente la situación social. Guzmán por ahora lo consigue sin haber subido sustancialmente la tasa de interés, lo que enfriaría la recuperación económica que se empieza a notar en la calle.
  • No presentó el “programa económico” reclamado por el establishment, que hubiera implicado dilapidar el propio y aceptar el impuesto por los grandes grupos económicos.
  • Puso en marcha la obra pública y la construcción.
  • Retomó la política de Precios Cuidados, Ahora 12 y relanzó el ProCrear.
  • Dio asilo y margen de acción política a Evo Morales para hacer campaña en la elección boliviana. Nunca reconoció a esa dictadura como gobierno legítimo.
Fotografía, Télam

Luego de varios errores no forzados, como el desastre organizativo del velatorio de Diego Maradona; y de serias falencias comunicacionales, el último asociado al aumento de las jubilaciones opacado por el retirado descuento del cinco por ciento, el maldito 2020 termina con los envíos al Congreso de los proyectos de ley de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) y de los “mil días” para acompañar durante los tres primeros años a las madres que quieran serlo y a sus hijes, ambos hechos por el Ejecutivo. Si se analiza cómo se “negocian políticamente”, hay optimismo en que puedan sancionarse en leyes. Y el proyecto de “aborto será legal y en el hospital”, como gritó el colectivo de mujeres que lo parió.
Un año de Gobierno del Frente de Todos, un año sin neoliberalismo. Se hizo mucho, se evitaron que las catástrofes económica y sanitaria fueran aún mayores, y varios problemas se encuentran pendientes de resolución.  Dos proyectos están históricamente en disputa; lo que está en discusión es si Argentina puede encarar definitivamente un proyecto de país a largo plazo que nos incluya a todos y todas. De lo contario, si el histórico empate de hegemonías, entre un proyecto popular e inclusivo y otro oligárquico y excluyente, no se definiera a favor del primero, seguiremos en estas tensiones irresueltas, pero con una población que cada vez reflejará menos la categoría de “pueblo”, y la tendencia creciente hacia una “Nación inviable” será irreductible. Una Nación con la mitad de su población en la pobreza es social, política y económicamente inviable. Es por ello que para el 2021, al FdeT le quedará refrendar electoralmente el triunfo que permita encarar políticamente y económicamente las reformas indispensables.  La más importante, la creación de empleo y la reducción de la tasa de pobreza, manteniendo la contención social mientras sea necesaria.

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