Personas Mayores

20 de Septiembre día de la jubilada y el jubilado

Por Gabriel Katz

El sistema previsional como la metáfora de un país.

Una metáfora es una figura retórica utilizada para referirse a algo sin nombrarlo. Un profesor de historia podría contar a sus alumnas y alumnos, hoy por zoom, los vaivenes del sistema previsional de nuestro país, como metáfora de la historia Argentina.
El sistema previsional surgió en 1904 con la creación de las cajas jubilatorias para trabajadores estatales, como un sistema que sólo incluía a algunos gremios. Con la llegada del Peronismo se entró en una etapa de expansión de la cobertura. Hacia fines de la década del ‘40, el sistema ya amparaba al 35% de las y los trabajadores activos. Lo más novedoso es que comenzó a pensarse como un derecho.
En 1954, se abandonó el régimen de capitalización en el que se aportaban fondos a cada caja, y se estableció el conocido como “de reparto”: las personas trabajadoras activas, mediante sus aportes, debían sostener a aquellos que se encontraban, por edad, retiradas de la actividad laboral. Un sistema de solidaridad intergeneracional.
En el año 1980, durante la última dictadura cívico-militar se impulsó una nueva reforma: hubo una modificación en la financiación del sistema en perjuicio de las capas medias y bajas, basadas en la eliminación de los aportes patronales. En una situación sin precedentes, el valor real de los beneficios previsionales cayó hasta un 45%.
Raúl Alfonsín, con la vuelta a la democracia, intentó con poco éxito revertir el desastre financiero restableciendo las contribuciones patronales. También se establecieron las primeras moratorias tendientes a consolidar las deudas previsionales de las y los trabajadores autónomos. La expansión del trabajo informal, la evasión fiscal y el envejecimiento poblacional siguieron debilitando el sistema.
En la década de 1990, en el marco del avance del neoliberalismo que trajo una ola de privatizaciones y la demonización de las empresas públicas, comenzó el cuestionamiento del régimen de reparto. Finalmente, en 1994 se conformó un sistema mixto. Nacieron las AFJP, un fondo de capitalización administrado por empresas privadas que cobraban elevadas comisiones. En el contexto de la crisis del 2001, el Ministerio de Trabajo con Patricia Bullrich a la cabeza, estableció un recorte del 13% que perjudicó nuevamente a las y los jubilados.

. Desde 2003 hasta el 2015, el número de beneficiarios del sistema se duplicó y se alcanzó la cobertura más alta de Latinoamérica.


En el 2008, se eliminó en nuestro país el sistema de capitalización estatizando los fondos de las AFJPs existentes y unificando el sistema previsional. Un año antes se creó la ANSES con el objetivo de: asegurar a los beneficiarios de la seguridad social, y crear una fuente de financiamiento de políticas públicas y obras de infraestructura. En simultáneo, a través de distintas leyes de moratoria, se incluyeron al sistema jubilatorio a personas que no reunían los años necesarios de aportes por haber trabajado, la mayoría del tiempo o únicamente, de manera informal. Desde 2003 hasta el 2015, el número de beneficiarios del sistema se duplicó y se alcanzó la cobertura más alta de Latinoamérica.
Durante el gobierno de Cambiemos, la fórmula de movilidad implementada por la gestión de Mauricio Macri afectó los ingresos de los jubilados, haciendo que crezcan por debajo de la fórmula anterior y de la inflación. Además, las y los jubilados y jubiladas sufrieron la quita de coberturas y derechos, como los medicamentos gratuitos.
El gobierno del Frente de Todos tiene la posibilidad de empoderar el sistema jubilatorio, teniendo en cuenta los desafíos de la época. Por un lado el envejecimiento poblacional, y por el otro garantizando, en cuanto esté disponible, el acceso gratuito a la vacuna del coronavirus.
La medida que tomó el PAMI, que tiene 5 millones de afiliadas y afiliados, de entregar 170 medicamentos gratuitos, representa un ingreso indirecto y es una buena forma de ampliar beneficios.
La historia de nuestro país demuestra, sin subjetividades ni adjetivos, que los intentos de reformas del sistema previsional de reparto ponen en peligro a las jubiladas y jubilados. En este sentido, también sería importante abandonar para siempre el término “clase pasiva”. Las y los jubilados y jubiladas son ciudadanas y ciudadanos con derechos, y en muchos casos con capacidad de consumo con el que reactivan distintas esferas de la economía.
La solidaridad intergeneracional es mucho más que un sistema de reparto, sobre todo representa un valor que vale la pena defender. Más allá de las metáforas, se trata de nosotras y nosotros.

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