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Assange, un preso político

El juicio por la extradición de Julian Assange a EE.UU. se reanudará en mayo. En la primera semana del proceso judicial que se realiza en Londres se escucharon los alegatos de las partes. La defensa del periodista australiano acusó a EE.UU de “abuso de proceso” por incumplir el tratado de extradición con el Reino Unido al solicitar su entrega por supuestos delitos de espionaje. El tratado británico-estadounidense de 2003 “prohíbe expresamente” la entrega por “delitos de carácter político” argumentó el abogado de Assange. Para el Reino Unido el espionaje es un delito político por lo tanto la extradición en términos legales está prohibida. El representante legal de EE.UU. ratificó que los cargos que se le imputan al fundador de Wikileaks son de “pura criminalidad”, y que no puede aplicar la primera enmienda de la constitución estadounidense sobre libertad de expresión porque Assange es extranjero, sin embargo sí se aplica la ley de espionaje contra un periodista. Lo cierto es que Assange seguirá preso en Londres hasta que la extradición se concrete o no, dependerá de la justicia británica, cuya independencia estará en juego.

Un tema que estuvo muy presente durante estos días en las audiencias fue la situación que atraviesa Assange en la cárcel. Está recluido desde abril de 2019 en la prisión de Belmarsh en el sur de la capital británica. La defensa denunció que Assange fue esposado once veces en el inicio del juicio y retenido en cinco celdas diferentes y que durante todo este proceso no tuvo acceso a documentos legales ni contacto con su defensa en el recinto del tribunal. 

Otro elemento que forma parte de la persecución a Assange, comenzó a conocerse con más detalles en los últimos días. La justicia española investiga el espionaje que EE.UU. realizó a los abogados y personas allegadas a Assange mientras se encontraba asilado en la Embajada de Ecuador en Londres. La Audiencia Nacional sigue el caso. El coordinador de la defensa internacional de Assange el exjuez español Baltasar Garzón fue espiado junto al expresidente de Ecuador, Rafael Correa en el aeropuerto de Barajas, en Madrid. Los abogados del periodista australiano también denunciaron que Assange fue grabado en la sede diplomática de Quito. La inteligencia norteamericana con la presunta colaboración de UC. Global, una empresa española presidida por el empresario David Morales. Esta firma se encargó de perseguir a colaboradores y amigos de Assange. En la embajada de Ecuador colocaron micrófonos hasta en los baños, según consta en la denuncia. Los memorandos de la empresa se remitían a los EE.UU a nombre de las empresas de Sheldon Adelson, uno de los principales cooperantes a la campaña del presidente Trump. Morales el titular de la empresa que espiaba a Assange viajaba con frecuencia a EE.UU y se alojaba en el hotel del magnate cercano al mandatario estadounidense. Los informes sobre Correa también se remitían en inglés. Todos los elementos de prueba que se fueron sumando hasta el momento, y las graves irregularidades en los procesos judiciales contra Assange demuestran que el periodista siempre fue un objetivo político de los Estados Unidos. La empresa española debía solamente brindar seguridad a la Embajada de Ecuador sin embargo terminó trabajando para la inteligencia extranjera y convirtió a la sede diplomática en el lugar más supervigilado de planeta, tal como lo había sospechado Assange desde un principio.