Panorama Político: De lo que se dice, vive y construye
Las PASO a un paso y la política está más clara (o no tanto). Gracias a que los actores económicos y mediáticos juegan fuerte, Juntos por el Cambio logra que se “hable” públicamente de los temas de su agenda. Pero la gente “vive” cotidianamente la agenda de la cual Mauricio Macri no quiere que se hable: crisis económica y social, recesión, pobreza y desocupación crecientes. Ésos son los temas del Frente de Todos, los que se escapan de los microclimas ficcionalmente creados por Jaime Durán Barba y Marcos Peña, y que van más allá de las redes sociales y los canales de TV. Se habla de una cosa, se vive otra.
Esa construcción mediática de un clima político amigable a Macri incluye un elemento importantísimo: las encuestas. A ver, dejemos un poquito el análisis fino, entrelíneas, y volvamos a las líneas básicas: en 2015, Cambiemos ganó con el 51.34 % el ballotage después de haber conseguido el 34.15% en la primera vuelta, contra el 48.66% y el 37.08% del entonces Frente para la Victoria, respectivamente. Esto es, Macri perdió por menos de tres puntos la primera vuelta y ganó por menos de tres la segunda. Con todo, la diferencia a favor de Macri en el ballotage 2015 fue de sólo 678.774 sufragios.
Contabilizando sólo las elecciones provinciales generales, Juntos por el Cambio ganó en Jujuy y perdió en las restantes, dilapidando 454 mil votos.
Además, los resultados electorales de este año en las distintas provincias le fueron muy adversos. Perdió en 13 provincias, incluida la Pampa Húmeda completa, resignó ciudades capitales (Córdoba, Paraná, Santa Fe, a manos de un radical que le ganó al suyo del PRO, y Santa Rosa). En varios distritos salió tercero cómodo. En síntesis, contabilizando sólo las elecciones provinciales generales (no las PASO respectivas), ganó en Jujuy y perdió en las restantes: nueve ganadas por el PJ (Córdoba, Santa Fe, Tucumán, Entre Ríos, San Juan, San Luis, La Pampa, Formosa, Tierra del Fuego) y cuatro por partidos provinciales, Misiones, Chubut, Neuquén y Río Negro. De éstos, los dos primeros son más proclives al Frente de Todos, Neuquén es “apartidario en lo nacional” y en Río Negro, Weretilneck apoya Macri.
Con estos datos (objetivos) y el descontento (subjetivo) social, es difícil imaginar que hoy se pueda hablar de un empate técnico.
Esto significa, además, que según los datos de la consultora Management & Fit Cambiemos perdió 454.818 votos, el 17%. Para ser bondadosos con Macri, se le podrían sumar unos 66 mil votos ganados en Mendoza y Corrientes, pero entonces habría que contabilizar las otras provincias donde aún no se registraron las elecciones generales y donde difícilmente le vaya tan bien como en 2015. Por ejemplo, si consideramos Buenos Aires, se estima que etá cerca de los 10 puntos debajo de Alberto Fernández. Allí vota el 37% del padrón, con lo que representaría una diferencia de, al menos, un millón de votos. Esa diferencia sólo había sido de poco más de cuatro puntos para el FPV en 2015. Por supuesto que aún no tenemos los resultados, pero está claro que allí Macri retrocederá varios casilleros.
Con estos datos (objetivos) y el descontento (subjetivo) social que es visible, es difícil imaginar que hoy se pueda hablar de un empate técnico. Sólo se explica por la construcción mediática de los grandes medios de comunicación (Clarín) que publicitan como serias encuestas donde el total de votantes supera el 100% (exactamente 105%, y no es chiste.) ¿Verdaderamente luego del desastre económico generado por el Gobierno hoy las encuestas dan sólo un “poquito” arriba Alberto Fernández, o será que “construyen” una virtualidad para después “vender” mucho más cara su derrota? Si Juntos por el Cambio perdiera por menos de tres puntos un ballotage, ¿felicitaría al Frente de Todos y pasaría al día siguiente a la oposición? No fue lo que hizo, por ejemplo, en 2015 en Tucumán, pese a haber perdido por 12 puntos.
Juntos por el Cambio hace una campaña agresiva en lo discursivo, “negativa”, para recuperar su voto duro. Alberto busca el centro, el voto independiente.
Quizás sea por esta realidad disimulada mediáticamente que Juntos por el Cambio hace una campaña agresiva discursivamente, “negativa” en cuanto habla del miedo a la vuelta del populismo (léase gobierno popular), de que un candidato opositor es marxista (¿cuánta gente de la calle discute hoy Marxismo?). Atrás quedaron el consenso, las sonrisas amables y globos de otras campañas. El Macrismo supo construir hace cuatro años una esperanza para el electorado con “Cambiemos”, hoy no puede. Es por eso que decidió hablarle a su “núcleo duro” para recuperar votos y acercarse lo más posible al 34.15 de la primera vuelta de 2015. Parece imposible que en esta oportunidad consiga un caudal semejante, debería conformarse si obtiene el 30%. Cuando tira sobre la agenda la flexibilización laboral o el Servicio Cívico Voluntario en Valores (léase “Colimba”), se dirige a los propios, al mismo tiempo que consigue los medios entretengan con esos temas y minimicen lo que es imposible ocular, la crisis económica y social. En cambio, no sólo es factible que el Frente de Todos alcance su 37.08 de hace cuatro años, sino que es probable que supere la barrera del 40%. ¿Qué sucedería con el dólar si el resultado de las PASO da una diferencia de más de cinco puntos a favor de la oposición? ¿Utilizarían Macri, los medios y el establishment ese temor de la vuelta del populismo para dar un golpe de mercado que beneficie al oficialismo?
Mientras Juntos por el Cambio se radicaliza, Alberto Fernández y el Frente de Todos intentan una campaña más suave para acercarse al centro, al voto independiente, más esquivo y que es el que define la elección. Para ello cuenta con el propio Alberto y Sergio Massa, candidatos más afines a ese electorado. Por eso viajan juntos a Córdoba, por ejemplo. Parecieran haber comprendido que el “voto propio” ya está. Además, para ello cuentan con Cristina en la fórmula presidencial, quien hace campaña en aquellos lugares donde suma (el conurbano o Mar del Plata), y con Axel Kicillof como candidato en la provincia, quien más retiene el gran caudal de la ex presidenta. Además, empieza a ser notorio el trabajo de la militancia, con encuentros por sectores para debatir los temas “en los barrios” o en los puestos de trabajos; en aquel ballotage fue clave la “mística” espontánea para pelear voto a voto, hoy pareciera estar más organizada. Sí debieran cuidarse de no caer en las trampas que les tienden los “periodistas independientes” como la paciente Mercedes Ninci o el ecuánime Mario Pereyra de Cadena 3 de Córdoba (léase Luis Majul y Clarín). ¿No es que en el oficialismo no existía el periodismo militante, o habrán leído el tweet de la periodista Lana Montalbán, quien llamó a “algunos colegas a apoyar ahora a Macri, sino se quedarán sin pauta (sobres) y sin trabajo”? Los responsables de la campaña del Frente debieran definir cuáles son los mejores interlocutores para cada uno de los temas, y trabajar más sobre la construcción de una esperanza para el pueblo; con un discurso enfocado hacia adelante, al futuro, y menos al pasado.