Economía

Dolarización: mega devaluación y ajuste

Para llevar adelante el slogan libertario se requiere primero de una mega devaluación, erosión adquisitiva y endeudamiento.

Por CEPA, Centro de Economía Política Argentina

Así como con el liberalismo, Milei presenta a la dolarización como una medida disruptiva y la convierte en su caballito de batalla electoral. Detrás del show se esconde la mega devaluación, la erosión adquisitiva y el endeudamiento.
En la novena edición del Latam Economic Forum, el candidato presidencial de La Libertad Avanza (LLA), Javier Milei, volvió a insistir en su plan de dolarizar la economía nacional.
Pese a la moderación discursiva que el libertario adoptó después de las elecciones PASO, la eliminación del Banco Central (BCRA) y el plan dolarizador parecen ser los únicos slogans que sobrevivieron al recorte proselitista de cara a octubre. Con dibujos teóricos que apelan al sistema de precios, a la libre elección de los consumidores y al retiro del Estado de toda función en la economía nacional, Milei encubre uno de los objetivos históricos de la derecha local: dinamitar instituciones y licuar el salario de los y las trabajadoras.

El Centro de Economía Política (CEPA) evaluó los resultados de la mala praxis económica que quiere llevar adelante el candidato de La Libertad Avanza: retirar todos los pesos en circulación e intercambiarlos por dólares que no existen o que su obtención se pronostica a partir de endebles conjeturas.
De realizarse una dolarización total hoy, los cálculos presentados por CEPA muestran que el dólar llegaría a valer $3.500 la unidad. Aún si los dólares solo reemplazaran a los pesos que se encuentran circulando en la calle, el valor de la divisa treparía hasta los $1000 la unidad. Es decir, que para llevar adelante el slogan libertario se requiere primero de una mega devaluación.
El ajuste cambiario del 20% empujado por el FMI tras las PASO inevitablemente empujó hacia arriba los precios, y el Gobierno se vio forzado a compensar las pérdidas ocasionadas con Bono y refuerzos. La mega devaluación, encarada por un futuro Gobierno opositor que amenaza con ajustes y que sostiene la necesidad de un Estado ausente, no tendrá como red de rescate ningún tipo de compensación, sino que lisa y llanamente representaría un shock de licuación salarial.
El Centro de Economía Política hizo doble clic en lo que esta devaluación significa. Los resultados evidencian la pérdida adquisitiva como fruto de las dos fuerzas depresivas que toda devaluación desata en una economía como la argentina: el derrumbe del salario y el aumento de precios.

Aumento de precios

Argentina es una economía semi industrial, esto significa que el principal negocio de exportación nacional son los alimentos y gran parte de las importaciones son insumos intermedios para la fabricación de productos que se consumen localmente. Por tanto en una devaluación, los precios de los alimentos suben, intentando alcanzar el precio que al que se comercializan en el mundo y los insumos para producir se encarecen.
CEPA tradujo a precios de consumó habitual estas transformaciones en los dos escenarios de dolarización a $3.500 por dólar y a $1000 por la misma unidad. Eso significa que en un kilo de pan pasaría a costar $5.818, en caso de la primera conversión, y $1.584, en el segundo. El asado iría de los $2.450 el kilo actuales a los imposibles $14.780 o $4.012 respectivamente. La yerba treparía de los $1069 a $8.293, en caso de dolarización total.

Licuación salarial

Al reemplazar pesos por dólares resulta evidente que el monto salarial no se traduce linealmente a la misma suma en divisa sino que se transforma a la nueva conversión. Hoy, tomando una retribución promedio del sector privado, un sueldo de $312.000 equivale a u$s 860. La dolarización total implicaría que ese mismo sueldo caiga a los u$s 85, es decir pierda un 95% de su capacidad. En una dolarización a medias tintas o progresiva, ese salario caería un 65%, de los u$S 860 pasaría a los u$s 312.
En 2015, la derecha venía a “devolver a Argentina al mundo”. Cuatro años después el país volvió tanto al mundo que los tutelajes del Fondo Monetario Internacional (FMI) se convirtieron en un quehacer cotidiano. Hoy prometen dolarización y ajuste, una cirugía que busca censurar las extremidades del paciente.
La estabilización de las variables económicas no se alcanzan de un plumazo ni aplicando un slogan robado a la tercera campaña presidencial del menemismo. La estabilización no llega por vender el agua ni los órganos. El trabajo es más complejo, requiere de consenso y defensa de la moneda nacional, de un programa industrial y exportador, entre muchas otras cuestiones.
A su vez, la dolarización supone la eliminación de toda herramienta cambiaria y monetaria destinada a amortiguar cualquier movimiento económico adverso que se genere por fuera del control nacional. La guerra, la pandemia o la sequía constituyeron fenómenos que debieron ser amortiguados por diferentes combinaciones de políticas cambiarias , monetarias y fiscales. Eliminar estos resortes, en un mundo agitado y en permanente cambio, no sólo representa una amenaza para los argentinos sino para el mismo FMI.
En efecto, Rodrigo Valdés, Director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, recalcó que al organismo no le interesa si se dolariza o no, lo que sí interesa es cobrar la deuda. Obvio, las palabras fueron más elegantes: “todos los países requieren una política fiscal sostenible que lleve a tener deudas no demasiado altas y dolarizar o no dolarizar no sustituye esa tarea”, señaló el director al ser consultado sobre el tema.

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