Actualidad Panorama Político política

El “rebrote” del Gobierno 2021

El 2020 terminó con Cristina Fernández en el centro del escenario político tensionando a izquierda al Gobierno Nacional. En general, la lectura de los grandes medios refiere a que “ella” desautoriza a Alberto Fernández. Podría ser así, si la política fuera la gestión de una sociedad sin conflictos y si el Gobierno fuese el de “un partido homogéneo”, con una férrea carta orgánica. Quienes sostienen esa idea, en realidad, pretenden el disciplinamiento político de Alberto Fernández. Esto es, un Frente de (Casi) Todos. El pequeño-gran detalle es que esa exclusión refiere al sector mayoritario dentro del Frente de Todos y, a la vez, a la primera minoría a nivel nacional –alrededor del 30-35 % de los votos-: Cristina, como conductora del Kirchnerismo. Los supuestamente “democráticos y republicanos” quieren dejar afuera del Gobierno al sector que lo articula, ganó las elecciones y representa a un tercio de los electores del país. Tan cierto es que “ella” sola no podía ganar, como era inimaginable hacerlo sin CFK.  Parece, y es, una obviedad, sin embargo, muchos especialistas aún no lo entienden, o no lo quieren entender. Primero tildaron a Alberto de “títere”, luego quisieron hacerlos distanciar personalmente –ah, es política, no una juntada de amigues para tomar una cerveza- y ahora aseguran que lo desautoriza. El Presidente está muy tensionado por derecha por una sociedad, donde el neoliberalismo hizo el peor gobierno de la historia democrática del país y sin embargo cosechó casi el 41 % de los votos. Además de ese capital político, cuentea con otros muchos más poderosos: el económico, mediático y judicial. También esto es obvio, pero aquí los propios oficialistas son quienes parecieran no dimensionarlo en su exactitud. La propia Cristina lo vio: es por eso que conformó un gobierno con muchos, y centrales, dirigentes del Frente Renovador de Sergio Massa, quien no aportaba dos dígitos electorales y sin embargo se hizo valer en los cargos, ¡y cómo! Otra vez, es política, no una reunión para compartir masitas.  

Un Frente de (Casi) Todos… el pequeño-gran detalle es que esa exclusión refiere al sector mayoritario dentro del Frente de Todos y, a la vez, a la primera minoría a nivel nacional –alrededor del 30-35 % de los votos-.

Hace mucho que en Argentina no hay un Gobierno de “un partido político” y, para quienes sostienen la teoría de “la grieta”, la sociedad argentina históricamente se conformó a partir de conflictos irreconciliables entre dos proyectos de país antagónicos, que cambiaron de nominaciones a lo largo de la historia –Unitarios versus Federales: oligarquía vs popular; liberales vs desarrollistas del mercado interno, entre otras-. Esa tensión aún está en disputa, ese partido no se resolvió, se mantiene en “empate”, en virtud de que ninguno de los dos proyectos se logra imponer definitivamente a largo plazo sobre el otro. Claro, haciendo una analogía con “la gran democracia ejemplo del mundo”, la de Estados Unidos, pretenden un sistema a su imagen y semejanza: dos partidos, Demócratas y Republicanos, que se alternen en el poder sin cuestionar las bases estructurales económicas. Esta semana quedó claro que ese modelo no es ejemplo de nada bueno, para nadie.  Pero, además, ésta es otra sociedad, y no sólo se diferencia de la de EE.UU. sino también de las latinoamericanas: aquí hay un capital político que en los últimos 75 años de historia argentina recibió el nombre de Peronismo.

Santa Rosa de Calamuchita, Córdoba.

Con todo, cuando la vicepresidenta habla o escribe una carta tensiona por izquierda al Gobierno, y Alberto Fernández se fortalece encontrando “su” centro, que no es el mismo centro que anhelan los poderosos, ni tampoco el Kirchnerismo puro. Es el centro posible con esta correlación de fuerzas, con esta sociedad, con esta realidad y en plena pandemia. A partir de ese equilibrio, el Gobierno logró fortalecer al ministro de Economía Martín Guzmán para que controle la corrida cambiaria, cambió a un ministro para desarrollar la obra pública en tema viviendas y se votó la ley de aborto legal –¡en el hospital!-, seguro y gratuito; la Interrupción Voluntaria del Embarazo. Gran triunfo del Gobierno. Si no, hay que pensar cómo se hubiera leído políticamente si hubiese perdido la votación. Ah, la decisión más dura pasaba por el Senado, que es presidido por la vice… “Por eso le digo a todos aquellos que tengan miedo o que no se animan, por favor, hay otras ocupaciones además de ser ministro, ministra, legislador o legisladora. Vayan a buscar otro laburo, pero necesitamos gente en los sillones que ocupen de ministro, ministra, de legislador o legisladora sean para defender definitivamente los intereses del pueblo”. El Presidente no puede, lógicamente, renovar su gabinete inmediatamente luego de esas declaraciones; no quiere decir que no vaya a hacerlo…
Es el Frente de Todos, hay que articular, gestionar las tensiones, ése es uno de los roles que le cabe a Alberto Fernández, y es lo que hace. Cristina debe señalar líneas, estrategia, rumbos, y también es lo que hace. ¿Hay tensiones? Lógicamente, y mientras no sean desencadenantes de rupturas, son sanas e indispensables políticamente. En la sociedad argentina existen conflictos y hay que enfrentarlos para resolverlos. Por ejemplo, el de la (no) justicia. Ahí hay visiones distintas, claramente: se perdió una oportunidad de meter mano en los “sótanos de la democracia”, justamente en la apertura de su gestión, cuando Alberto la identificó. Ésa movida aún no se realizó. Es grave, y les pone límites muy claros al Gobierno y a la sociedad. Tendrá otra oportunidad clara si gana las elecciones legislativas porque el Frente saldría fortalecido. Mientras tanto, comenzó a hablarse de una posible ampliación de la Corte Suprema de Justicia: habría negociaciones con la oposición, según refirió el portal @lapolitcaonline. El sólo hecho que se lo mencione sugiere no sólo que el tema está presente, sino que adelanta que la oposición no imagina un gran resultado de las elecciones, de lo contrario no haría nada, esperaría. Una ampliación a nueve integrantes no resuelve el problema, pero es un avance, implica buscar consensos mayores a que tres personas que no fueron elegidas por el pueblo definan el destino de un país. En cambio, un indulto a los presos políticos no es viable política ni jurídicamente. Si bien son víctimas de la “guerra judicial” –Lawfare-, los hechos son catalogados de “corrupción” y están vedados para el indulto presidencial, por lo que serían fácilmente cuestionados por “la justicia” que, nuevamente, terminaría en la misma Corte Suprema.

Aquí, hay un capital político que en los últimos 75 años de historia argentina recibió el nombre de Peronismo.

El Frente de Todos tiene distintos afluentes que también hay que conducirlos. Y más en un año electoral donde se deben definir las listas y todos aspiran a más de lo que les corresponden. Mientras tanto, si existe una herramienta partidaria importante, es el PJ de la provincia de Buenos Aires: Máximo Kirchner se posiciona para conducir el PJ bonaerense. Casi todos lo avalan, incluidos Alberto y Massa, pese a que ése no sea “su partido. Esto es, tensiones sí, rupturas no; no hay escenarios graves de peleas internas.
Por otro lado, también sería interesante que los especialistas miren la vereda de enfrente, a ver si allí hay acuerdos, consensos entre el mejor equipo de los últimos 50 años. O si por el contrario no tienen una agenda política propia ni definen aún un liderazgo claro: no están tan “Juntos” por el Cambio. Pero eso pareciera no importar al análisis político.

El otro rebrote

La pandemia volvió lamentable y trágicamente al centro de la escena política. Quedó claro que no se puede dejar el cuidado de la salud pública en manos del voluntarismo social; así estamos… Luego de tantos años de individualismo neoliberal, la irresponsabilidad social es teñida de “libertad individual”; la rebeldía bien entendida es mucho más profunda que ir a una fiesta clandestina o pasar navidad con una familia y año nuevo con otra. El Estado, y sus correspondientes provinciales y municipales, no logra ejercer su responsabilidad básica de monopolio de la fuerza. Otro gran tema pendiente… Mientras el Gobierno inició plan de vacunación y acelera gestiones para conseguir vacunas de China, ahora intenta reordenar una situación totalmente desmadrada cuando, esperemos, no sea tarde. Se le “recomienda” a los gobernadores una decisión a partir de datos objetivos. Ojalá que sea suficiente, pero no lo parece. “La restricción de libertades no puede ser la única respuesta a la crisis sanitaria” es el concepto de Junto por el Cambio. “Ya nadie puede desconocer que la falta de políticas sanitarias agrava los problemas económicos”. Sí, quienes degradaron el ministerio de Salud, dejaron pudrir las vacunas en los depósitos y aumentaron la pobreza, aunque sin sufrir otra pandemia que la del neoliberalismo. Los opositores de la Ciudad, Mendoza y el ex Peronista Juan Schiaretti ya se desmarcaron, pese a que en esos distritos abundan los casos y se ven inconductas sociales cotidianas.
El rebrote no sólo condiciona fuertemente a una economía frágil, sino al Presidente. La oposición, irresponsable, patética, sabe que ésa es su gran apuesta: el desborde sanitario para cuestionar al Gobierno en una de sus políticas más importantes, la salud pública. A eso apostaron en 2020, por eso parecen haber brindado los principales dirigentes de Juntos por el Cambio en el cumpleaños de Elisa Carrió. Para confirmarlo están su accionar y sus declaraciones. En EE.UU. el problema no es solamente que Donald Trump sea un cínico, sino que expresa a una parte importante de su electorado. Las sociedades tienen grandes diferencias y otros elementos que las asemejan, como ciertos dirigentes

El festejo de Elisa Carrió.

DEJA UNA RESPUESTA

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *