En CABA, “la burbuja es el aula”. ¿En qué condiciones se dio la vuelta a la clases presenciales?
Desde la vuelta del receso escolar de invierno, se registraron 167 burbujas, 1653 estudiantes y 145 docentes aislados solamente en la escuelas públicas de la Ciudad de Buenos Aires, según la información sistematizada por la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE). También se confirmaron 19 casos positivos, 38 casos sospechosos se encuentran pendientes del resultado y una docente perdió la vida en la última semana.
A ello habría que sumarle los muchos casos que no se notifican o se informan fuera de tiempo, y todos los datos correspondientes a las instituciones de gestión privada. Además, se verifica que con las condiciones edilicias de las escuelas y la matrícula por curso es fácticamente imposible el cumplimiento del distanciamiento social. Así, con lo que se cuenta hasta aquí para que no se vuelvan a disparar los casos es con la exitosa campaña de vacunación nacional y el retraso de la entrada en circulación comunitaria de la variante Delta de Covid.
Con la vuelta de las clases presenciales, el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos, Horacio Rodríguez Larreta, y su ministra de Educación, Soledad Acuña, resolvieron desconocer, junto a sus pares de la provincia de Mendoza, el protocolo de cuidados contra el Covid acordado por todos las y los ministros de Educación del país, en el ámbito del Consejo Federal de Educación. Sin distancia social, “el aula es la burbuja”. Ese mismo curso que conforma una burbuja tiene docentes que circulan por todos los cursos, especialmente en las materias curriculares, y y más intensamente en la educación media. Las/os profesoras/es suelen tener diez cursos cada uno, o más: un docente de matemática o lengua da clases en todos los cursos de primero a sexto años, y en varias escuelas a la vez. Además, esa “burbuja” se “pincha” también en los comedores escolares donde, obviamente, no hay barbijos.
Claro está que en una sociedad que ya recuperó la “normalidad” en la gran mayoría de actividades, es difícil justificar la no presencia de niñas, niños y adolescentes en las escuelas, y lo más importante, no es lo deseable. Otra cosa es que la presencia escolar se dé sin los cuidados mínimos que a esta altura todos/as conocemos.
Edición Marcelo Moreira. Ver más