Jornada Extendida: “los esclavos de la educación” de la Ciudad de Buenos Aires. Segunda entrega
“Los garantes de la presencialidad”
“La precarización de nosotras y nosotros como laburantes de la educación hizo que se nos exigieran que funcionemos como “garantes de “la presencialidad”: nos pusieron a “informar” y perseguir a las escuelas que fueran reacias a la presencialidad”. Así, los y las docentes de Jornada Extendida- el programa del ministerio de Educación de la Ciudad de Buenos Aires para alumna/os en contraturno- debían denunciar a sus compañeros maestros/as, profesores/as y directivos que hacían paro o simplemente continuaban con sus tareas habituales de manera virtual. Por intermedio de una carta colectiva y una serie de captura de mensajes de wathsapp, hicieron llegar esta denuncia en exclusivo a Agenda Sur; el temor a represalias hizo que solicitaran absoluta discreción. “Nos exigieron que “cubriéramos” las horas de docentes curriculares que no dictaran de modo presencial, ya sea por estar exceptuados por razones de salud o porque realizaran medidas de fuerza, independientemente de las incumbencias de nuestro título.
“La precarización de nosotras y nosotros como laburantes de la educación hizo que se nos exigieran que funcionemos como “garantes de “la presencialidad”: nos pusieron a “informar” y perseguir a las escuelas que fueran reacias a la presencialidad”.
Las coordinadoras generales actuales del programa, Luciana Castro y Macarena Ronnow, se cansaron de manifestar que cualquier persona del programa podía y debía dar cualquier contenido”. Las comunicaciones de estas medidas siguen los canales preferidos por las autoridades del ministerio de Educación: para esto sí es útil la virtualidad: “Muchas fueron de carácter privado, pero en una presentación realizada en el Instagram de Fabián Capponi, Luciana Castro lo manifestó de modo público: según su lectura, cualquiera puede dar clases siempre que se cuente con un cuadernillo creado, en algunos casos, por personas que ni siquiera conocen la materia particular”. Para ello, los docentes son obligados “a seguir en las redes sociales a estos funcionarios”.
Según la información oficial del ministerio de Educación, “ya implementamos la Jornada Extendida en el 100% de las primarias y secundarias públicas de la Ciudad. (…) -para- todos los alumnos de 6° y 7° grado de primaria -3:15 horas más de clase, tres veces por semana- y 1° y 2° año de secundaria -2:45 horas más, dos veces por semana”-. Lamentablemente, en muchos casos no articula con las áreas ni programas existentes en las escuelas, sino que el ministerio de Educación creó una estructura externa al sistema educativo manejada con absoluta discrecionalidad por el Poder Ejecutivo de la Ciudad. Sus docentes no atraviesan concursos ni están regulados por el Estatuto del Docente, salvo excepciones.
El espacio edilicio es otro grave problema de este plan: como no existe una inversión en infraestructura capaz de garantizar ampliaciones edilicias en las escuelas afectadas, la “Jornada Extendida” compite por espacios con la escuela tradicional o termina ocupando lugares prestados en clubes o salones que no están preparados para un funcionamiento pedagógico. Las/os trabajadores explican en qué consiste “el territorio”, como lo llaman los funcionarios: “A principio de año nos exigieron que buscáramos terrenos comunitarios en lugares completamente ajenos a las escuelas en las que trabajamos, y nos indicaban que no permitiéramos que las conducciones de las escuelas los visitaran sin nuestra presencia, para poder monitorearlos”.
“Esta persecución también se bajó desde las supervisiones curriculares que pretendían armar listas negras con las y los docentes que eligieran hacer paro”, denuncian los/as trabajadoras de la educación.
A partir del decreto presidencial que ordenaba la suspensión de clases presenciales entre el 3 y el 21 de mayo y la disputa política y judicial impulsada por Larreta, se promovieron paros por parte de algunos gremios docentes de la Ciudad, como UTE y, Ademys. “Jamás hemos podido ejercer nuestro derecho a huelga por la precarización en la que trabajamos, pero esta vez la situación fue incluso peor: se nos pedía un informe diario de la “situación de la escuela”; se nos pedía que informemos cuántos estudiantes había en la escuela, cuántos docentes adherían al paro y cuál era el “movimiento” de la escuela. Esta persecución también se bajó desde las supervisiones curriculares que pretendían armar listas negras con las y los docentes que eligieran hacer paro”, denuncian los/as trabajadoras de la educación.
Los trabajadores “teníamos que “garantizar que las escuelas abrieran, eso incluía desde tomar la temperatura, cuidar la entrada, acomodar sillas, entregar de las miserables canastas quincenales… todas tareas que no tienen nada que ver con nuestro rol como docentes. Éramos y somos tratados, como dijo alguna vez Christian Foltran, como los “esclavos” de Jornada Extendida”, describieron para Agenda Sur.
“Cuando haya algún laburante en las escuelas no nos miren como si fuésemos la representación de Larreta, Acuña, Capponi ni Foltrán. Sino como laburantes muy precarizados a quienes se nos presiona”, asegura otro de los coordinadores de sede de JE.
Otro trabajador, en este caso un coordinador de una de las sedes, una escuela secundaria donde se realiza la JE, graficó para Agenda Sur su experiencia personal: “Nuestra forma de contratación, y la forma de presión a la que nos someten las autoridades del programa, hace que sea muy difícil para nosotros/as tomar la voz. Si yo no digo mi nombre no es que no quiera hacerlo o no lo considere necesario, sino que, si lo hiciera, sencillamente el día de mañana me llegaría un llamado de la oficina de recursos humanos para decirme que mi contratación habría terminado, sin dar mayor explicación, como hicieron y están haciendo con las personas que están despidiendo en estos momentos”. Es por ello que las y los trabajadores de Jornada Extendida solicitan que toda la comunidad educativa lo sepa: “Cuando haya algún laburante en las escuelas no nos miren como si fuésemos la representación de Larreta, Acuña, Capponi ni Foltrán. Sino como laburantes muy precarizados a quienes se nos presiona, y que intentan, como pueden, sostener su fuente laboral para mantener a sus familias.”
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