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Panorama Político: Pandemia y desafíos, oficialismo y oposiciones

A la Argentina llega el invierno, a la pandemia del Covid-19 su momento más apropiado de diseminación y a la economía su punto crítico. Las respuestas sanitarias por ahora son óptimas y el sistema de salud público, sí público, hasta aquí no fue desbordado. Pero las tensiones con la crisis económica están, el reclamo por cierta reactivación estimula al mismo tiempo la posibilidad de contagios, y con ello pone en riesgo el sistema sanitario. Da la sensación que el Gobierno tiene espaldas políticas para enfrentar la crisis económica, que obviamente no sólo no generó, sino que, teniendo en cuenta las condiciones actuales, bastante bien administra. No así una hipotética crisis sanitaria. Esta semana lo dijo claramente el ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, dr. Daniel Gollán: levantar la cuarentena implicaría el riesgo de ver “cádaveres apilados en las calles”. La crisis humanitaria sería muy difícil de superar, no sólo ética sino también políticamente.

Los desafíos del Gobierno: evitar una crisis sanitaria y superar la pandemia; concretar la reestructuración de la deuda externa; y comenzar un lento pero sostenido plan de reconstrucción económico.

El gobierno Peronista tiene hasta el momento niveles de adhesión popular inéditos, que oscila entre el 75 y el 80 % en todas las encuestas. ¿Entonces la derecha se retira y hace una oposición democrática y constructiva, o intenta lentamente reorganizarse tratando de debilitar el sólido poder político oficialista?  Desde el documento de los líderes de la derecha internacional tras el encuentro de la Fundación Internacional para el Progreso de fines de abril, que contó con la firma de Mauricio Macri y Patricia Bullrich, entre otros, se inició la campaña para erosionar el poder del Frente de Todos. La expresión local fueron los cacerolazos, la campaña contra la supuesta liberación masiva de presos y recientemente la declaración contra la “pérdidas de las libertades individuales por la infectadura (sic)”. Mientras el Gobierno Nacional tenga esos índices de aprobación, las protestas serán más payasescas que la expresión de un verdadero armado político organizado. Si tienen visibilidad es solamente porque los grupos mediáticos hegemónicos le dan espacio porque les son funcionales. De lo contrario, pasarían de largo como lo que son: movilizaciones de 200 o 300 personas (o autos). La repercusión mediática está totalmente sobredimensionada.
Los desafíos del Gobierno son: en primer lugar, evitar una crisis sanitaria y superar la pandemia, más o menos como hasta aquí se sobrellevó; luego concretar la reestructuración de la deuda externa; y a partir de allí, comenzar un lento pero sostenido plan de reconstrucción económico. Los dos primeros puntos hasta aquí se llevan adelante, y son condiciones necesarias para dar el tercer paso, de mediano plazo. Si los tres se lograran, y la unidad del Frente de Todos se sostiene como hasta aquí, la oposición no tendría más espacio que uno testimonial para seguir con su circo político-mediático.

Oposiciones liberales: “derechas” y torcidas

Sus paradigmas mundiales son el neoliberalismo en general, y   EE.UU., Chile y Brasil, en particular. En cualquier otro país del mundo, un gobierno que tiene más de 100 mil muertos y casi dos millones de infectados; más una crisis política, económica y social, -por el asesinato por parte de la policía de George Floyd por racismo, con saqueos, caos y violaciones a los DD.HH.-; y un Presidente que no puede controlar la situación ni siquiera con toque de queda, debería renunciar y tendría a todos los líderes políticos mundiales cuestionándolo. En cambio, Donald Trump quiere, y puede, ser reelecto Algo similar sucedió, y sucede, con Sebastián Piñera en Chile, quien enfrentó una rebelión popular inédita en su país, es responsable por violaciones a los DD.HH. y hoy tiene el sistema de salud desbordado; y Jair Bolsonaro en Brasil, el país donde más rápidamente crece la pandemia en todo el mundo, con más de 500 mil contagiados y 30 mil muertes. Esos eran los líderes referentes de la derecha, y ésas las economías modelo.

En Argentina, conformaron un Gobierno de los CEOs que endeudó al país, con niveles de pobreza, inflación y cierre de empresas récords. Su líder nacional, Mauricio Macri, dejó al país sin ministerio de Salud y con la investigación científica desfinanciada; y su referente provincial, María Eugenia Vidal, sin inaugurar un solo hospital. Perdieron las elecciones en primera vuelta contra el “cuco populista”, y además se quedaron sin referentes internacionales, quienes hacen gobiernos desastrosos con las tasas de muertes por Covid más altas del mundo. La derecha local está descolocada y sin un liderazgo a la vista que contenga todas las expresiones de su arco ideológico, del centro derecha a la derecha más extrema.

Nuevamente, por si hiciera falta, el Estado presente, el neoliberalismo ausente.

Hoy, su representante mejor posicionado, Horacio Rodríguez Larreta, debe sentarse al lado de Alberto Fernández y Axel Kicillof porque tiene la responsabilidad de gobernar, y soportar movilizaciones en su “bastión”, la Ciudad, el único distrito que gobierna el PRO. Así como hasta 2019 los gobernadores peronistas tenían que negociar con el gobierno de Cambiemos y eran acusados de traidores por sectores de la, por entonces, oposición, ahora ese rol lo soporta Larreta con los propios. Pero él también tiene una muy alta imagen, y en la gestión de crisis sanitaria se juega también su destino político. No puede ser reelecto, sí o sí dará el salto nacional. Dentro de Cambiemos, están los Radicales que ahora sienten que tendrán posibilidad de no ser sólo quienes pagan los costos con poco o nulos beneficios políticos; al menos pretenden tener precandidatos. La derecha nacional tampoco tiene “un” conductor local que contenga todas sus expresiones.

Una realidad, dos respuestas

En las crisis sanitarias de las villas 31 Carlos Mugica y Azul, se dieron dos respuestas políticas muy diferentes al mismo problema de contagios masivos. En la villa de la Ciudad fue notoria la ausencia del Estado tras 13 años de gobiernos de derecha: el maquillaje del McDonald´s en la entrada no disimuló la falta de agua potable. Por el contrario, el gobierno de la provincia de Buenos Aires “tiró” todo el trabajo militante sobre el territorio. La organización política demostró la importancia de su presencia: Kicillof, la intendenta de Quilmes Mayra Mendoza, el de Avellaneda Jorge Ferraresi, y toda La Cámpora, tan denostada, con Andrés “El Cuervo” Larroque como ministro de Desarrollo Social a la cabeza, estuvieron presentes poniéndole literalmente el cuerpo a la pandemia. Los resultados en una y otra villa fueron evidentes. Los gobiernos nacional, provincial y municipal peronistas, ahora en La Matanza, preparan junto a AySA un plan de infraestructura importante para encarar las reformas estructurales que se requieren a largo plazo. Nuevamente, por si hiciera falta, el Estado presente, el neoliberalismo ausente.