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Panorama Político: Del 2019 al 2020, del desastre a los grandes desafíos

Fruto de la construcción política, tenemos esta nueva posibilidad, y la sociedad así lo siente.

Las expectativas positivas que siente más del 60% de la sociedad, según las distintas encuestas, se deben no sólo al comienzo inexorable de un nuevo año, sino de una nueva etapa política; no al fin del 2019, sino al de todo el período 2016-19. Habida cuenta de la desastrosa situación social y económica legada por el neoliberalismo, el 2020 depara enormes desafíos políticos. La ventaja es que tenemos la posibilidad de enfrentarlos y reconstruir una sociedad para todas/os. Hace unos meses parecía difícil, y si hubiese habido otros cuatro años de Macrismo, la regresión del entramado social argentino se hubiera comprobada como estructural y definitiva. La sociedad desigual y estamental chilena que nos vendieron siempre como el horizonte a construir, se hubiera confirmado. Y así hubiésemos terminado… No por suerte, sino fruto de la construcción política, tenemos esta nueva posibilidad, y la sociedad así lo siente.
Cambiemos, y la alianza de poder que representó, nunca asimiló el golpe que significó la estratégica decisión política de Cristina de correrse lo justo y necesario para mantener su caudal de votos, al mismo tiempo que habilitaba a que Alberto Fernández “armara” lo que faltaba. Así, la oposición hizo su parte para llegar al Gobierno. El resto lo había hecho el Macrismo con sus medidas económicas. El Frente de Todos capitalizó la demanda de una sociedad en la que la mayoría pueda vivir más o menos dignamente. Que pueda vivir, digamos. Ésa es hoy la gran expectativa que el nuevo oficialismo debe satisfacer. Para ello deberá, básicamente, ordenar, resolver, encausar la deuda externa y la relación con el FMI. A partir de allí podrá reactivar paulatinamente la economía y dar respuestas lenta y progresivamente a los distintos sectores sociales perjudicados en los últimos cuatro años. El grueso de la sociedad sabe que no se pueden pedir milagros ni grandes resultados inmediatos, por eso las primeras tres semanas de Alberto Fernández fueron más que positivas. No sólo por la “gracia” de los primeros días: el grueso de la “gente” es más sabia que muchos de los supuestos analistas de los grandes medios de comunicación. Tiene ese saber popular de “vivirla” todos los días, ese conocimiento que los académicos de set de televisión no valoran. No sólo no parecen nunca haber sufrido para llegar a fin de mes, sino que tampoco pareciera que jamás hicieron política más allá del análisis teórico. Por eso tiene otras demandas, “sus demandas”. Suelen “matar” mediáticamente a los encuestadores porque se equivocan en sus pronósticos electorales. Qué les quedará a ellos/as que fallan sistemáticamente con los resultados puestos y escribiendo “el diario del lunes”. Saben cómo salió el partido, quiénes fueron los goleadores y revisaron varias veces el VAR, sin embardo analizan un partido que nunca se jugó y sólo ellos/as vieron. La lista de “comentaristas” es larga; casi todos y todas los de la TV, radios y grandes medios. Cristina Fernández eligió a Alberto y es vicepresidenta electa. La autocrítica que exigen desde el púlpito, podrían hacerla una vez ellos mismos, al menos, en ese punto.

La derecha sabe fehacientemente que si Alberto hace una gestión “más o menos buena, le será muy difícil “volver” por los votos.

A los desafíos económicos, el Frente de Todos debe sumarle uno político: el de preservar(se) como Frente. Es condición necesaria, no suficiente, para afrontar la crisis económia y el adverso panorama internacional. Aquí se cuentan, sobre todo, los intentos de golpes de Estado en América Latina, los blandos y los más tradicionales. Ésta es “la estrategia” de la derecha, habida cuenta que sabe fehacientemente que si Alberto hace una gestión “más o menos buena” acorde a las lógicas y módicas expectativas sociales, le será muy difícil “volver” por los votos. Históricamente llegó al poder político en Argentina haciendo uso y abuso de sus poderes económico, judicial y militar. Sólo una vez “por el voto popular”. Aquellos medios resultaron numérica y fácticamente más redituables, está comprobado. Y no son “demodé”, según se comprueba en América Latina. Quien aún dude que mire para arriba o para cualquiera de los dos costados. Abajo hay una colonia lisa y llana. ¿Cómo se sostiene políticamente Sebastián Piñera en Chile? ¿Será que a la embajada de EE.UU. le resulta simpático? ¿O acaso sus resultados económicos para todos los chilenos fueron mejores que el de Evo Morales para los bolivianos? Uno se sostiene y el otro cayó, está claro.

Simultáneamente éste es “el desafío” de la derecha en la Argentina: conformarse como una verdadera alternativa democrática de poder político. Perdió las elecciones y se retiró a la oposición, empezó bien, con sus movilizaciones políticas incluidas. Ojalá siga en esa línea. Negarse a votar la jura de los nuevos diputados, alentar en las sombras un bloqueo económico a diez días de asumir el nuevo Gobierno no van en la misma línea. Allí están las tensiones (la grieta) al interior de “la oposición”. Está en disputa su conducción, no sólo de nombres, sino de tipo de oposición que se quiera hacer. Ojalá sea democrática. Los grandes medios alientan y sostienen a Mauricio Macri. Raro, una vez más, ellos que solían explicar que “la sociedad” no votaba para “atrás, ahora argumentan a su favor como gran líder político. Sin territorio ni visión política de conductor, veremos… ¿No se volverán a equivocar, no? Como Raúl Alfonsín solía pedir un “médico por allí”, un autocrítico a la derecha, por favor.