Economía

Endeudamiento, inflación y devaluación

Por Julián Denaro, lic. en Economía. Prof. universitario.

El Precios Cuidados original comenzó con una selección de 500 artículos cuidadosamente seleccionados para cubrir las necesidades básicas de los sectores más vulnerables.

El Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, a través de una actividad intensiva y mancomunada a cargo de la Secretaría de Comercio, realizaba un minucioso estudio de la cadena de formación de todos los precios, desde el pequeño productor hasta la góndola del supermercado. El propósito consistía en evitar los abusos de poder en los procesos de producción, distribución y comercialización para que nadie se quede con un excedente que no le corresponde, cuidando al conjunto de la población, productores, empresarios, trabajadores y consumidores.

A modo de ejemplo, si el paquete de yerba se paga 100 pesos, y sólo 12 pesos le llegan al productor, es porque los grupos de poder concentrado se quedan con una ganancia excesiva. El Precios Cuidados original comenzó con una selección de 500 artículos cuidadosamente seleccionados en función de garantizar cubrir las necesidades básicas, especialmente de los sectores más vulnerables, que son los de menores ingresos. Inclusive, se fueron escogiendo alimentos diversos pero complementarios, con el fin de aportar suficientes nutrientes en la canasta básica y primordial. Los acuerdos firmados confeccionaban una larga lista que se publicaba y que debía exponerse a la vista de todas las personas en los distintos almacenes. El Plan de Precios Cuidados actuaba como precios de referencia, inclusive para las marcas que no adhirieran al acuerdo con el Gobierno, puesto que ninguna empresa elegirá disminuir ventas perdiendo clientes.

El Gobierno acordó con unos pocos empresarios un Plan de Precios Cuidados, al que llamaron “Acuerdo de caballeros”, compuesto por 64 artículos.

Datos oficiales y de institutos privados, nacionales y extranjeros, incluyendo Banco Mundial, FMI y CEPAL, informan que salarios y jubilaciones subieron más que la inflación durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Los mismos organismos coinciden también en que salarios y jubilaciones se deterioraron dolorosamente frente a la inflación durante los tres años de Mauricio Macri, pronosticando una nueva derrota para el presente 2019. Como consecuencia, el creciente malestar social presionó al Gobierno a tomar alguna medida de extrema urgencia.

Así, decidieron acordar con unos pocos empresarios un Plan de Precios Cuidados, al que llamaron “Acuerdo de caballeros”, compuesto por 64 artículos. Nada estudiado, firmado ni sustentado por sus convicciones, ya que se recuerda que Macri decía que los Precios Cuidados no servían para nada. Evidentemente, esto es una puesta en escena para la televisión. No le traerá ningún perjuicio a los “Caballeros” que lo incumplan.

Mauricio Macri había prometido que conservaría “las cosas buenas” que se habían hecho durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, como los planes Precios Cuidados y “Ahora 12”, que permitía comprar en doce cuotas sin interés. Sin embargo, ambos fueron denostados por el actual Presidente, quien apenas asumió interrumpió las funciones de la Secretaría de Comercio, desarmando sus equipos de trabajo, como en tantos otros organismos públicos, inclusive despidiendo especialistas con admirable formación. En rigor de verdad, lo único que sirve para el actual Jefe de Estado, en sus propias palabras, es el libre mercado. Pero si al mercado no se lo controla, si se lo deja en libertad, quienes se favorecen son los grupos concentrados, los dueños de esos mercados, que tienen nombre y apellido. La libertad del mercado significa, entonces, la libertad para los dueños de los mercados para ejercer su poder y fijar los precios sin ningún tipo de regulación, aprovechándose de su posición dominante. Es de público conocimiento que el Presidente y su equipo, sus amigos, forman parte estructural de esos grupos concentrados, y por eso enuncian tales sentencias. El resultado es que los distintos sectores de nuestra sociedad sufrieron una terrible y rápida destrucción de su nivel de vida respecto a fines del 2015, a excepción de los bancos, las corporaciones exportadoras y mineras, y los empresarios vinculados a las empresas de servicios públicos que se benefician cobrando en dólares (o tarifas dolarizadas).         En suma, se destaca que el rol del Estado es el de cuidar los intereses del conjunto del pueblo frente a los abusos de los núcleos concentrados de poder.

Con tasas de interés que rondan el 70% anual, el consumo y la inversión, que dependen del crédito, se destruyen de inmediato.

Mientras tanto, la inflación, que es algo que Macri aseguraba en campaña que sería fácil de resolver, se incrementó significativamente. La inflación durante el último gobierno de Cristina Fernández osciló entre el 20 y el 25%. El único pico fue 35% en 2014 luego del golpe económico que produjo la devaluación no planificada de aquel enero, para retornar al 25% en 2015. Todo inmerso en un esquema con tarifas de servicios controladas y subsidiadas por el Estado, para cuidar al conjunto de la población, asegurando la actividad del mercado interno. Macri y su equipo económico, al que catalogó como “el mejor equipo de los últimos cincuenta años”, aseguraban que reduciendo la emisión monetaria eliminarían la inflación, pero se les escapan algunas variables inflacionarias que son más explosivas aún. Los incrementos de tarifas, que se traducen en aumento de costos para todas las empresas, generan “inflación de costos”; y las sucesivas subas del dólar, generan “inflación cambiaria”, ocasionando que la inflación del gobierno de Macri muy pronto se transformara en la más alta de los últimos 29 años desde “la híper” de 1991, con tasas anuales de más del 40, 50 y 60% de inflación

Prescindiendo en este artículo de algunos aspectos centrales de la economía, es oportuno mencionar que el equivalente a más de 20 mil millones de dólares está colocado en pesos en distintas herramientas que capitalizan intereses. Por eso, se ofrecen tasas de interés elevadísimas que capitalizan en pesos, para evitar que toda esa montaña de pesos se pase a dólares, lo que ocasionaría una violenta devaluación que haría explotar todas las variables económicas muy rápidamente. Pero con tasas de interés que rondan el 70% anual, el consumo y la inversión, que dependen del crédito, se destruyen de inmediato, porque nadie tiene plata para pagar un tan elevado costo de intereses, lo que deteriora aún más la actividad, la industria, el empleo, el mercado interno y, por ende, también la recaudación del Estado.

Cada día se les regala a los bancos y al poder financiero concentrado el valor de lo que cuesta un Hospital de Alta Tecnología terminado.

Sin embargo, con una inflación creciente, que anualizada supera el 60%, no habrá mucha paciencia para conservar las colocaciones en pesos, y entonces se prevé una corrida hacia dolarizar esas carteras. La escalada del dólar desde los $43 que es el tipo de cambio al 18 de abril, hasta el techo de $51 fijado por el gobierno hasta diciembre, es de casi un 20%, que se trasladaría inmediatamente a precios y tarifas (dolarizadas por este mismo Gobierno), resultando en una inminente explosión.

Para evitarlo, el Gobierno cuenta con el mayor préstamo de la historia mundial del FMI, y un permiso para subastar 60 millones de dólares por día. En palabras correctas, cada y todos los días, se les regala a los bancos y al poder financiero concentrado el valor de lo que cuesta un Hospital de Alta Tecnología terminado. Y para peor, el endeudamiento generado por el gobierno de Macri para mantener este saqueo, consiste en capital e intereses de deuda que paga el pueblo argentino. En vez de asignar recursos para Inversión Social, (salud, educación, ciencia, salarios, subsidios, Jubilaciones), se utilizan esos recursos para pagar intereses de deuda, hasta que aguante.