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Aplausos y cacerolazos, en Argentina y el mundo

Por Maximiliano Ghielmetti

Las noches argentinas en medio del confinamiento que requiere la pandemia del Covid 19 son testigos de dos prácticas en las que se expresa la sociedad. Una con mayor recorrido, y si se quiere consenso, es un reconocimiento: el aplauso al personal de Salud. La otra, el cacerolazo como forma de protesta, emergente de un clima social fermentando por el cansancio y la incertidumbre que genera la cuarentena.
El aplauso a los servicios sanitarios comenzó enero de este año en Wuhan, ciudad China donde se originó el brote. Luego se expandió de ciudad en ciudad, cruzando océanos y fronteras, a casi la misma velocidad de contagio en la que se desplegó la pandemia.
Pero el cacerolazo, ¿se dio sólo en la Argentina,  o  como el Coronavirus extendió sus fronteras?

Empecemos por casa

El primer cacerolazo en tiempos pandémicos ocurrió la noche del 30 de marzo, como forma de reclamarle a los políticos que se bajen el sueldo. Fue después que el presidente Alberto Fernández les dijera a los empresarios que “les tocó la hora de ganar menos”. Tuvo un segundo episodio también convocado por redes sociales con el hashtag  #cacerolazocontrapresos, cuando se abrió la polémica por una posible liberación masiva de presos para evitar contagios en las cárceles superpobladas.
A diferencia del cacerolazo contra las excarcelaciones, el último impulsado como #cacerolazoHistorco o #larebelióndelosbarbijos, tuvo menos repercusión en los barrios porteños. Es probable que el amplio abanico de consignas, “recorte a jubilados”, “la libertad”, “no ser Cuba”, “la cuarentena”, entre muchas otras, en lugar de sumar voluntades haya conspirado contra la iniciativa. A la vez que como refleja una encuesta realizada por Giacobbe & Asociados, el presidente Alberto Fernández mantiene un 53,3% de imagen positiva y la mayoría de los argentinos mantendría la cuarentena hasta junio.

Afuera también se consigue

Chile viene de meses de un fuerte enfrentamiento político que entró en pausa por la pandemia. En Brasil, se escuchó el batir de cacerolas contra Jair Bolsonaro.

En Brasil se escuchó el batir de las cacerolas contra Jair Bolsonaro por su falta de medidas concretas contra el COVID-19, y por la negación repetida ante la gravedad de la situación a la que consideró “una gripecita”. El presidente brasileño intentó tergiversar este acto de resistencia y lo puso a su favor: pidió a la ciudadanía que hiciera sonar cacerolas en apoyo a su gobierno y acusó a los medios de comunicación de no publicar el ruidazo a favor de su régimen.
En Chile se recurrió a la cacerola para que el presidente Sebastián Piñera decrete una cuarentena total ante la multiplicación de casos. El primer mandatario chileno eligió el método de cuarentenas diferenciadas por comunas. El país trasandino viene de meses de un fuerte enfrentamiento político que entró en pausa por la pandemia.
En Uruguay, el cacerolazo también fue un método al que recurrieron muchas/os ciudadanas/os para exigir medidas de protección social para los sectores más débiles durante la crisis por el COVID-19. Hubo otras personas, a favor del oficialismo, que quisieron contrarrestarla con aplausos y entonando su himno nacional.
En Colombia, residentes de varios distritos como Medellín y Bogotá, salieron a las calles pese a la cuarentena social para exigirle al Gobierno ayuda alimentaria que les permita afrontar la situación de aislamiento social.
Mientras el rey de España, Felipe VI, daba su discurso en cadena nacional en el que convocaba a la unión para enfrentar el COVID-19, la gente se asomó por sus balcones y ventanas para exigir que su padre, Juan Carlos I, donara cien millones de euros al sistema público de salud, que presuntamente habría recibido del rey de Arabia Saudita y que estarían guardados en un banco suizo.
En todo el mundo se ensaya y debate sobre fondo y formas de aperturas y puestas en marcha de la economía, mientras las curvas de contagio así lo permitan. Como estas particularidades no su pueden medir con testeos rápidos, el escenario queda abierto.