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En Ezeiza con Boudou: “Hay que desandar la reforma del sistema previsional y volver a la fórmula anterior”

Amado Boudou se encuentra en el Pabellón de máxima seguridad, de la cárcel de máxima seguridad de la Argentina.

“Un gobierno popular debiera hacer un shock distributivo con paritarias libres, dar un aumento a las jubilaciones y contener a aquellos que no tienen trabajo.” Amado Boudou se encuentra en el Pabellón de máxima seguridad, de la cárcel de máxima seguridad de la Argentina, compartiendo el espacio de encierro con los delincuentes más custodiados del país, como grandes narcotraficantes. Si bien no es una buena semana porque acaba de recibir de la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal la confirmación de la pena a cinco años y 10 meses de prisión por la causa Ciccone, donde fue condenado por el delito de cohecho pasivo y negociaciones incompatibles con la función pública, está de buen humor y con ganas de hablar. Vestido con equipo de gimnasia, -casi parece el uniforme obligado en prisión-, llega a la sala donde lo espera Agenda Sur con una bolsita de hacer las compras, de donde extrae el termo, prepara unos mates y se pone a cebar. Está acostumbrado a hacerlo con otros “presos políticos” con quien comparte Pabellón, como Roberto Baratta, Juan Pablo Schiavi y Carlos Kirchner (primo de Néstor), el intendente de Río Turbio, Atanasio Pérez Osuna, el empresario Fabián De Sousa, y otros “presos comunes”.

 La espera de más de una hora en el exterior del penal de Ezeiza, a la intemperie, sirve para hacerse una idea de lo que deben soportar los familiares que van cotidianamente a ver a los detenidos. Llega el turno de los trámites, luego hay que atravesar un escanner como el de un aeropuerto, mostrar los alimentos o “bebidas trasparentes” (agua) que se llevan y resignar la comida si tuviera relleno; eso no pasa. Tampoco cualquier objeto electrónico necesario para hacer una entrevista periodística, ni siquiera auriculares, sólo papel y lápiz. A partir de allí hay que caminar varias cuadras internas en soledad; como antes, a la intemperie, aunque los pabellones que se divisan a lo lejos y el alambre de púas circular actúen como un GPS. Aparecen las dudas si la dirección tomada es la correcta, pero no hay nadie a quien preguntarle. Un uniformado vuelve a pedir el papel que ya fue mostrado en tres oportunidades y a preguntar nuevamente a quién se quiere visitar.

El aula -donde espera Agenda Sur- es gris, allí todo es gris, incluidos los uniformes de los agentes del Complejo Penitenciario Federal N°1.

La sala pequeña donde Agenda Sur espera a Boudou cuenta con unos pocos pupitres individuales de secundaria, aunque allí los internos reciben clases para cursar la primaria. Muchos se esfuerzan por terminar en el penal lo que no pudieron afuera. De hecho, varios egresan y pasan a la secundaria y, algunos, hasta se le animan a cursar la universidad en prisión. El aula es gris, allí todo es gris, incluidos los uniformes de los agentes del Complejo Penitenciario Federal N°1. En la puerta de ingreso al pasillo central está el “otro rancho”, el que hacen los agentes de seguridad. “Rancho” es el espacio en común que comparten los presos cuando comen o, la mayoría de las veces, simplemente pasan el tiempo. El pasillo es ancho, de unos dos metros y pico, donde hay varias puertas que conducen a estas “aulas”, al gimnasio y a otras dependencias. Da a la cancha de fútbol y a un patio, por supuesto con paredes muy altas y cámaras. El sol se filtra sólo los días muy diáfanos.

“Los servicios públicos son una variable estratégica de una Nación, no pueden ser nunca una variable de rentabilidad de un grupo privado”.

 Fuera de ello, los presos están durante el día en espacios comunes, como el comedor y la cancha de fútbol, o toman clases. A las siete de la tarde es el recuento de internos, y cerca de la medianoche, son “engomados”, encerrados en sus celdas hasta la mañana siguiente. En el caso de Amado Boudou, estudia, específicamente en estos momentos toma un curso de electricidad, y lee mucho. Allí hay mucho tiempo para leer, y sigue la política, su pasión: “Hay que desandar la reforma del sistema previsional y volver a la fórmula anterior. Este gobierno tiene una política anti mujeres, con un perjuicio del 20% con respecto a los hombres” en el plano previsional. Boudou es el ideólogo de la reestatización del sistema previsional que revirtió la privatización del sistema realizada por Carlos Menen y Domingo Cavallo, las tristemente célebres AFJP.

Un tema que es esencial para el economista es el de las tarifas: “los servicios públicos son una variable estratégica de una Nación, no pueden ser nunca una variable de rentabilidad de un grupo privado, y menos de uno internacional. Las tarifas impactan en las familias porque destruye el salario. Y también en los comerciantes y pequeños empresarios, hay que bajar en pesos el precio de las tarifas. Otra cuestión central para Argentina, y para cualquier país que se plantee desarrollarse, consiste en “aumentar el comercio exterior y proteger la industria nacional, como hacen todos los países importantes”.

Las condiciones de encierro son verdaderamente duras. No solamente por la parafernalia construida para los medios de comunicación. El estar privado de la libertad ya parece un castigo suficiente, al menos así lo dispuso la justicia: no hace falta disfrazar a los detenidos para montar un show televisivo ni trasladarlos esposados al piso con la cabeza hacia abajo dentro de un camión-jaula. Pero evidentemente estas prácticas son bastante comunes. “Somos presos políticos, no queremos indulto ni amnistía, queremos justicia”, dice hablando no sólo por él sino también por sus compañeros. Ahora debe esperar, y esperar bastante, pero está tranquilo consigo mismo: como él dice, “cuando me detuvieron, quise que se me viera la cara” porque no tenía nada que ocultar.