Panorama Político: El Peronismo vuelve, “la grieta” no se va
Alberto Fernández ganó en primera vuelta con el 48.10% frente al 40.37% de Mauricio Macri.
El Peronismo logró volver a la presidencia y a la gobernación de la provincia de Buenos Aires “sólo” cuatro años después de haberse ido, en primera vuelta electoral y con el 48.10% de los votos. Era una tarea muy difícil hace nada más que un par de meses atrás. Para eso necesitó de una brillante estrategia política marcada por la vicepresidenta electa Cristina Fernández de Kirchner, que se “quedó corriéndose” a un segundo plano. Ni más, ni menos; exactamente lo justo. Ayudado –disculpas por el oxímoron- por la crítica situación socioeconómica. A partir de allí, Alberto Fernández logró reunir a todo el Peronismo, especialmente a los gobernadores y a Sergio Massa; si no, la victoria hubiese sido imposible. Claro quedó que con Cristina sola no hubiera alcanzado.
El Peronismo volvió unido, quedó claro que con Cristina sola no hubiera alcanzado.
Por su parte, Cambiemos perdió una posibilidad histórica, única quizás, de consolidarse como la hegemonía de derecha. Concentraba el poder en la Nación, la provincia de Buenos Aires y CABA, más el apoyo –porque es parte fundante y central de ese espacio político- de las grandes corporaciones económicas –poderes financiero, judicial, mediático y transnacional, con EE.UU., FMI y Brasil, entre otros-. Destruir al Peronismo era su necesario objetivo político para constituirse como proyecto hegemónico; no, no pudieron. Sí pudo sumar más de dos millones de votos consiguiendo el 40.37%, 6% más que en la primera vuelta del 2015 (34.15%) y 9% más que en las PASO (31.79%). Son 10 millones 470 mil votos. Muchos, muchísimos, sobre todo considerando la pobreza e indigencia, el desempleo, la estanflación y el endeudamiento. Más si se considera que la semana pasada, antes de las elecciones, “la gente” sufrió nuevamente la pérdida de su poder adquisitivo producto de la suba del dólar. No había tal alivio, al contrario. Sin embargo, de las PASO a las generales Juntos por el Cambio sumó 2.348.918 votos más. Impensado y difícil de explicar, para todas las encuestadoras fue imposible.
Mauricio Macri llegó prometiendo cerrar la grieta. Dos proyectos de país hubo, hay y probablemente haya siempre en la Argentina: uno que excluye a amplios sectores de la sociedad, pensado hacia afuera, basado en un modelo agroexportador y de valorización financiero y alineado con EE.UU.; el otro que pretende incluir a todos los argentinos, pensado desde y hacia el mercado interno, con desarrollo industrial y alineado con otros gobiernos populares, marcando cierta independencia de EE.UU.
Cambiemos recuperó terreno con respecto a las PASO y profundizando la grieta achicó la diferencia a la mitad (había sido de 15.86%); “adelantó” un escenario de ballotage que, en los hechos, no iba a existir. No sólo consolidó su núcleo duro del 30%, cosechó un 10% más. Una buena decisión, que no es menor teniendo en cuenta las declaraciones de varios de sus principales dirigentes, tanto Macri como Vidal reconocieron la derrota y aceptaron el comienzo de la transición.
Paradógicamente, el Frente de Todos llega prometiendo el fin de la grieta. Veremos si será algo más que un slogan de campaña; en la realidad, cuando se tocan intereses reales, es más difícil.
Horacio Rodríguez Larreta hizo una reelección impresionante en CABA: 55% en primera vuelta.
Quizás ahí esté una parte de la explicación del resultado de ayer, mucho más ajustado del previsto. Sectores de la “Patria sojera”, de las provincias núcleo, medios acomodados y altos, avisaron que no están dispuestas a ceder sus privilegios. Cambiemos recuperó 6% en Buenos Aires; 7% en CABA; 13% en Córdoba (el 61% de los votos); Mendoza 13%; 10% en Entre Ríos; en Salta pasó del 20% al 35% (15 putos más); en Santa Fe consiguió el 43.5% y ganó la provincia por centésimas; también San Luis con el 45%. . Allí están gran parte de los casi 2 millones 350 mil votos más que obtuvo con respecto a las PASO. También la buena campaña con mucho de mística militante, ajena a su identidad histórica. Y en la cuestión ideológica y aspiracional que trasciende la situación económica personal de en ciertos sectores. Si se termina de conformar como un espacio político de centro derecha o derecha que acepta todas las reglas de juego democrático olvidándose de su pasado golpista (presente hoy en otros países de América Latina), bienvenido sea. Ojalá, aunque difícil. El pronunciamiento de Macri refiriéndose a Bolivia no va en ese sentido. Su amigo Jair Bolsonaro, tampoco. Ahí estará en juego el tipo de oposición que el nuevo Cambiemos (el actual no existe más) quiera hacer, y quién la va a conducir; la “grieta” de Cambiemos también es interna. Horacio Rodríguez Larreta hizo una reelección impresionante en CABA (55% en primera vuelta) y querrá ser el próximo presidenciable. El PRO puro no tiene más territorios: ni Maurico Macri y, menos, ni María Eugenia Vidal. Ella se querrá acomodar con Larreta; él, veremos dónde y cómo. Todo lo que implica Juntos por el Cambio logró el 40% de los votos, muchos, habrá que ver si se mantienen unidos. En Mendoza, por ejemplo, los votos son más mérito de Alfredo Cornejo que de Macri. Los Radicales tienen tres provincias (Mendoza, Corrientes y Jujuy). Elisa Carrió (ella es “su” fuerza), un bloque de diputados (aproximadamente 12); ayer ni siquiera estuvo en el búnker. Miguel Ángel Pichetto, nada. Es fácil construir territorialidad desde el poder, más difícil sin poder.
Todas los frentes pequeñas perdieron votos; no hay tercera “fuerza”.
También perdieron votos todas las fuerzas pequeñas. Por derecha, directos a Macri, Juan José Gómez Centurión (226.655) y José Luis Espert (167.773). Por el centro, seguramente también: Roberto Lavagna 481.608 sufragios (6.76%). Por izquierda, vaya uno a saber adónde habrán ido los 450 mil votos menos, considerando que el Nuevo MAS no llegó a las generales. Probablemente algunos de los 161.933 votos menos del FIT hayan migrado al Frente de Todos; ¿alguna vez los dirigentes trotskistas se plantearán en serio el poder? Los 567.900 votos en blanco y nulos que hubo de menos, también se transformaron en votos para Juntos por el Cambio. Por su parte, el Frente de Todos “sólo” sumó 267.771 votos, por eso subió medio punto porcentual: del 47.78 % de las PASO al 48.10% de las generales, donde votó el 80% del padrón contra el 76% de las PASO.
El Frente de Todos tendrá su oportunidad; ganó, pero lo que llaman “la grieta” no se va. En realidad, lo que es el histórico empate de hegemonías entre dos proyectos de país, persiste. Alberto Fernández deberá, primero, conducir los distintos sectores del Peronismo. Y, fundamentalmente, su desafío será la construcción de poder para gobernar sobre “la grieta. Su Frente consiguió 12.473.709 de votos, pero el otro, el neoliberal, “se va” conservando 10.470.607. La hegemonía de “un proyecto de país” a largo plazo es lo que está en disputa